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Durante su estancia en Madrid, Fernández Cruzado tuvo la oportunidad de tomar contactó con las obras de Francisco de Goya (1746-1828) y de Vicente López (1772-1850), considerados dos grandes exponentes de la retratística española del siglo XIX. En este sentido, en el retrato que conserva el Museo de Bellas Artes de Bilbao, así como en otros muchos que realizó por encargo en Cádiz, el pintor, desde el punto de vista compositivo, se encuentra acorde con la plástica de Goya y de López. Sin embargo, en lo conceptual, se muestra en sintonía con los preceptos románticos establecidos para este género pictórico. Fue precisamente al final de su carrera cuando se dejó seducir por el Romanticismo, fundamentalmente en los retratos y, quizá debido a las preferencias de la aburguesada

clientela con la que contaba en Cádiz.

En este Retrato de señora, cuya identidad se desconoce y que ingresó junto a otro retrato de Fernández Cruzado que se conserva en el Museo [fig. 40],, el pintor aplicó los esquemas compositivos del denominado retrato romántico, que pueden reconocerse en muchas de las obras de Federico de Madrazo (1815-1894), que es considerado uno de los principales representantes de este tipo de retrato, y del género de retrato en general durante el siglo XIX, y que fue autor de obras tan emblemáticas como, por ejemplo, el Retrato de Carolina Coronado (Museo Nacional del Prado, Madrid). En este sentido, en la obra se aprecian ciertas características propias a esta tipología, entre las cuales las más comunes son la predilección por una tonalidad oscura y el empleo de una luz contrastada, que, concentrada en el rostro del retratado, permite aumentar su expresividad, y que, a la vez, incide en la figura destacándola sobre el fondo, unos fondos neutros que aumentan la sensación de intimidad y evitan la distracción del espectador.

Además, otra característica es su virtuosismo técnico, conseguido mediante unas pinceladas precisas.En la obra, Fernández Cruzado conjuga estos elementos con otros típicos que atañen a la figura, como su disposición. La dama se encuentra presentada de medio cuerpo y de tres cuartos, y dirige su mirada lánguidamente, al espectador. La viveza de sus rasgos, en donde impacta la luz, así como sus vestimentas, cuya mantilla y bordados están cuidadosamente representados, y las diferentes alhajas que porta, que el pintor se encarga de mostrar con detalle, son elementos distintivos de su clase social. Todos los elementos están realizados con una corrección y un detalle que demuestran la habilidad que Fernández Cruzado tuvo como retratista y que le llevaron a ser una figura destacada dentro de este género a lo largo de la primera mitad del siglo XIX. [Javier Novo González, 2008]

Bibliografía seleccionada

• Plasencia, Antonio. Catálogo de las obras de pintura y escultura del Museo de Bellas Artes de Bilbao. Bilbao, Imprenta Provincial, 1932. p. 18, n° cat. 33. (Con el título Retrato de señora, y atribuido a Joaquín Fernández Cruzado)
• Lasterra, Crisanto de. Museo de Bellas Artes de Bilbao : catálogo descriptivo : sección de arte antiguo. Bilbao, Museo de Bellas Artes de Bilbao, 1969. p. 41, n° cat. 90. (Con el título Retrato de señora, y atribuido a Joaquín Manuel Fernández Cruzado)
• Banda y Vargas, Antonio de la. Estudios sobre el pintor Joaquín Manuel Fernández Cruzado : Real Academia Provincial de Bellas Artes de Cádiz. Cádiz, Museo de Cádiz, 1983. pp. 54-55, 99, n° cat. 7.
• De Goya a Gauguin : el siglo XIX en el Museo de Bellas Artes de Bilbao [Cat. exp.]. Bilbao, Museo de Bellas Artes de Bilbao, 2008. pp. 107-109, n° cat. 6.