Exposición: Picasso y los libros - Museo de Bellas Artes de Bilbao

Finalizada

15-09-2008 • 30-11-2008

Picasso y los libros

El Papel del Arte (VII)

Sala 33

EL PAPEL DEL ARTE presenta, gracias al patrocinio de Bancaja, una serie de exposiciones monográficas dedicadas a la obra sobre papel. Se trata, en unos casos, de obras pertenecientes a la colección del Museo y, en otros, a otras colecciones. De este modo, el programa da estabilidad a una de las líneas expositivas tradicionales del Museo que pretende poner en valor las obras sobre papel, que no pueden exponerse de forma permanente debido a que el soporte en el que están realizadas es extremadamente sensible a la luz y a las variaciones ambientales de humedad y temperatura.

La exposición Picasso y los libros reúne 25 libros ilustrados y 108 estampas relacionadas con 8 de ellos, seleccionados de entre los pertenecientes a la colección Bancaja, que posee la mayor colección de obra gráfica del artista en manos de una entidad privada. De este modo, se da continuidad al proyecto de presentar en el Museo una selección de la obra gráfica de Picasso, que comenzó en septiembre de 2005 con la muestra Picasso. Caja de remordimientos y continuó en julio de 2007 con Picasso. Suite Vollard, ambas procedentes de la colección Bancaja.

En esta ocasión, Picasso y los libros aborda una faceta interesante y poco conocida de Picasso: la de ilustrador de cubiertas o interiores de ediciones bibliográficas de gran singularidad. A lo largo de su vida intervino en un conjunto de libros en edición limitada con ilustraciones para textos de diversos escritores, desde clásicos de la literatura de diferentes épocas −Petrarca, Góngora o Balzac− hasta escritores contemporáneos −como los surrealistas Breton o Tzara−. En esta faceta, Picasso trabajó para los editores más poderosos o de forma desinteresada para sus amigos; en algunos volúmenes intervino como único artista y en otros, compartió el trabajo con varios artistas. Los libros que ahora se exponen están datados entre 1923 y 1972.

La exposición y el catálogo han sido comisariados por Juan Carrete, ex-director de la Calcografía Nacional y del Centro Cultural Conde Duque (Madrid), y uno de los mayores especialistas en la historia del grabado.

 

El arte del grabado y el libro ilustrado

A principios del siglo XX el arte gráfico adquirió la consideración de arte original, y por tanto debía ser firmado por el artista. Por este motivo, la figura del técnico grabador y estampador quedó ensombrecida por la del artista, y a menudo en el más absoluto anonimato, a pesar de que su maestría y dominio técnico eran esenciales para conseguir la buena calidad de las estampas y los resultados pretendidos por los creadores.

Al mismo tiempo, durante la primera mitad del siglo XX prosperaron en París grandes talleres de grabado, en donde, en unas ocasiones los artistas imprimían la obra gráfica siguiendo las indicaciones de los grabadores y estampadores, y en otras intervenían únicamente los técnicos más competentes. Uno de los talleres de más renombre fue el de Roger Lacourière en Montmartre, de donde salieron gran número de estampas, entre las que destacan por su calidad algunas de Derain o Miró. Por su parte, en el de Raymond Haasen se estampó un buen conjunto de la obra de Chagall y Léger. Junto a ellos, y durante más de medio siglo, el taller litográfico de Fernand Mourlot trabajó con los más grandes artistas del momento: Picasso, Matisse, Chagall, Miró, Braque, Dubuffet, Léger y Giacometti. Fue allí donde Picasso, a lo largo de más de veinte años, entre 1945 y 1966, realizó más de cuatrocientas litografías.

Junto al desarrollo de los talleres, una figura fundamental en la creación del concepto contemporáneo de libro ilustrado, fue el editor, ya que, a menudo, y con el objetivo de lanzar al mercado productos novedosos y de gran valor económico, partía de él la idea original para el proyecto. Para poder llevarlo a término el editor solicitaba la colaboración de un artista que trabajara sobre el texto elegido.

El tratante y galerista francés Ambroise Vollard (1868−1939) fue, desde 1900 y hasta su muerte, uno de los más prestigiosos editores de libros ilustrados, de los que produjo veintidós. Vollard tuvo siempre gran cuidado en la selección del artista, al que daba libertad creativa y, en ocasiones, incluso dejaba elegir el autor y el texto que deseaba ilustrar.

Años más tarde, el escritor y marchante franco-alemán Daniel-Henri Kahnweiler (1884−1976) trabajaría también con Picasso y, sobre todo, con otros pintores cubistas.

Muchos otros pintores se interesaron por este tipo de ediciones, sobre todo en la etapa surrealista gracias a las estrechas relaciones entre poetas y pintores.

Uno de los ejemplos más significativos es Joan Miró, que ilustró a los poetas Tristan Tzara, Paul Éluard, André Breton y Rafael Alberti, entre otros.

En general los libros ilustrados son libros de lujo, selectos y de alto precio, destinados en gran parte a bibliófilos y coleccionistas, cuya difusión se lleva a cabo a través de críticos y revistas especializados, y, en ocasiones, van acompañados de exposiciones.

 

Picasso y los libros

Los libros en los que Picasso intervino como ilustrador forman un compendio de las distintas posibilidades de ilustrar un libro en el siglo XX. En ellos empleó diversas técnicas: desde la punta seca, la litografía sobre piedra, plancha de zinc o papel autográfico, el aguafuerte, la aguatinta el grabado calcográfico, el linóleo, y el celuloide, hasta el fotograbado y el offset.

Picasso ejecutó, por una parte, una serie de libros no estrictamente ilustrados, pues las estampas que contienen no son representaciones gráficas directamente relacionadas con el texto. En ellos se da gran variedad de recursos técnicos y todo tipo de singularidades: diversas calidades y tipos de papel, diferentes colores para determinadas estampas, juegos extra, a veces incluso dobles, de las ilustraciones a toda página, ejemplares fuera de comercio, estampas iluminadas a mano por el artista, algunas firmadas... Por otra, existe otro grupo de libros en los que sí se da el diálogo entre el autor literario y el artista, y la imagen acompaña al texto.

Este conjunto no homogéneo podría clasificarse según diversos criterios:

  • 1.- retratos para frontispicios de libros (Clair de terre de André Bretón)
  • 2.- ilustraciones para libros de autores clásicos (Le chef-d'oeuvre inconu de Honoré de Balzac, Vingt poèmes de Luis de Góngora, La Carmen des Carmen de Prosper Merimée o La tauromaquia)
  • 3.- libros de intencionalidad política (Sueño y mentira de Franco)
  • 4.-libros enriquecidos con estampas de Picasso (Non vouloir de Georges Hugnet),
  • 5.- libros de diálogo con poetas y amigos (À haute flamme de Tristan Tzara),
  • 6.- libros sobre Picasso (Dans l'atelier de Picasso de Jaime Sabartés),

entre otros.

En resumen, la exposición pone de relieve la maestría técnica y la enorme variedad creativa del Picasso grabador, con el interés añadido de hacerlo a partir de su trabajo en ediciones bibliografícas de gran singularidad y poco conocidas por el público.

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