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Una figura femenina flota, en postura retorcida en el papel vegetal, a duras penas sostenida por la diagonal que marcan las extremidades de sus manos y la puntera de su calzado. De perfiles marcados y volúmenes amplios, el pequeño motivo llega a alcanzar una plasticidad muy cercana a la obra pictórica del autor, en parte gracias a los sutiles trazos de carboncillo que acentúan sus diferentes planos y subrayan los pliegues y textura de su cabello e indumentaria. Iturrino realizó sin duda alguna este boceto alrededor de 1909-1911, como dibujo preparatorio de varias de sus obras. Entre otras, la obra pictórica Andaluzas en grupo o Lavanderas, que fuera propiedad del galerista Ambroise Vollard, quien amante de la obra del pintor llegó a atesorar en vida una de las mayores colecciones del mismo, parte de ella hoy en día visitable en el Musée Léon-Dierxs de L'île de La Réunion (África). Además, sus pruebas y ensayos le llevaron a emplear el mismo motivo figurativo en grabado, como los aguafuertes que poseen en su colección el Museo de Bellas Artes de Bilbao (Nº Inv. 83/140 y 83/167) y la Biliothèque Royale Albert I de Bruselas, u otros albergados en varias colecciones particulares.

Francisco Iturrino viajó por primera vez a Sevilla en 1902, donde quedó fascinado tanto por la luz sureña como por la cultura de romerías y fiestas populares. El gran número de obras de esta temática son claro ejemplo de la atracción que llegó a sentir por la vida popular de estas tierras. Sevilla, Córdoba o Málaga fueron algunas de las provincias que visitó, llegando a fijar residencia en todas ellas. Las composiciones de figuras de mujeres y hombres en pie en torno a las corridas de toros fueron adoptando composiciones más complejas y abigarradas, eliminando de ellas la figura masculina para dar protagonismo a la mujer, motivo constante en su obra. Sus continuadas visitas a París y las influencias de las obras expuestas en los Salones d'Automne, hicieron igualmente que ampliara los volúmenes, desdibujara los contornos y suavizara y mezclara los colores de las pinceladas.

Posiblemente influenciado por las experimentaciones artísticas de Cézanne, así como por los inicios del cubismo, sus composiciones piramidales -conformadas fundamentalmente por figuras femeninas en el campo-, adoptaron una gran complejidad y abstracción. Para lo cual, Iturrino llegó a realizar numerosos dibujos preparatorios hasta alcanzar la torsión exacta. Así, la figura de este boceto coincide exactamente con la figura central del cuadro de Vollard. La mujer se convierte en epicentro de la amalgama de volúmenes, rompiendo la diagonal principal de la composición, a su vez remarcada en el cuadro por el cromatismo cálido de su camisa, en contrate con los fríos azules del resto de las figuras. Lo mismo ocurre en los grabados, en los que esta misma figura femenina, ubicada en primera línea, articula el resto de elementos compositivos, como se comprueba en dos aguafuertes que conserva el Museo (En el bosque, Nº Inv. 83/167 y En el río, Nº Inv. 83/140). (Helena López Camacho, 2009)

Bibliografía seleccionada

• Joos, Petra. Francisco Iturrino, 1864-1924 [Cat. exp.]. Madrid, Fundación Mapfre, 1996. p. 210.
• Francisco Iturrino. Donostia-San Sebastián, Fundación Social y Cultural Kutxa, 1996. p. 210.
• Últimas décadas del siglo XIX-primera mitad del siglo XX : de Cézanne a Léger : colección Museo de Bellas Artes de Bilbao [Cat. exp.]. Bilbao, Museo de Bellas Artes de Bilbao, 2009. pp. 90-91, n° cat. 33.